viernes, 21 de octubre de 2011

Espectáculo subacuático

Después de las osadas y exitosas actuaciones en el club, que te habían convertido en el porno-star más cotizado, tú mismo diseñaste un nuevo número, éste algo menos agitado para tí, con el que completar el imprescindible y peculiar striptease integral, siempre demandado por el variopinto público. No falté a su estreno y, después de divertirme de nuevo con tu provocador baile, me dispuse a disfrutar de tu sin duda original invención.

Esta vez una cortina que ocultaba el estrado se fue alzando mientras el speaker hacía la presentación. Una gran pecera de cristal llena de agua ocupaba todo el espacio. Al principio vacía, tras un momentáneo oscurecimiento, apareciste tú dentro. El nivel del agua permitía que, de pie, pudieras mantener fuera la cabeza. Tu atuendo era un provocador slingshot que, recogiendo mínimamente el paquete, se elevaba en unos estrechos tirantes y se acababa convirtiendo por detrás en una tira enterrada en la raja del culo.


Giros y pataleos subacuáticos ralentizados, e incluso breves buceadas, permitían que te exhibieras bien. Recuperada la vertical, jugabas con los tirantes elásticos y te apretabas con descaro el sexo oculto. Con lubricidad, llegaste a sacar la polla por un lado, y ya revitalizada, iniciaste una provocadora masturbación. Como si te cogiera por sorpresa, la maniobra quedó interrumpida al zambullirse un individuo tan voluminoso como tú y con idéntica prenda. Iniciasteis un simulacro de lucha submarina cuya principal finalidad, aparte del sobeo, era arrancarse mutuamente la exigua vestimenta. Una vez desnudos os elevasteis para coger aire, pero de inmediato el intruso volvió a sumergirse y alcanzó con la boca tu polla, que aún conservaba la turgencia. La posición boca abajo y en horizontal que mantenía el enganchado a tu entrepierna permitió que se viera cómo su polla, a su vez, fuera creciendo en perpendicular. Hubo un intercambio y pasaste a ser el chupador, sin dejar de lucir también tu polla flotante. Una nueva coreografía de inmersiones, con tocamientos y achuchones escabrosos, sirvió de precalentamiento para las escenas cumbres.
 
Tu partenaire echó mano a un misterioso estuche que apareció flotando. De él extrajo un objeto que, al calzárselo en la tiesa polla, resultó ser un condón fluorescente. Amenazante trató de darte alcance y, aunque tú fingías resistirte, por fin logró atraparte por detrás y sujetarte con fuerza de la cintura. El luminoso objeto se perdió en las profundidades de tu culo, pero no dejaba de aparecer parcialmente en el enérgico mete y saca. En hábiles maniobras coordinadas, no dejabais de impulsaros hacia arriba con los pies para respirar, sin perder no obstante el acoplamiento. La follada bajo el agua mantenía con el aliento cortado al público, excitado por vuestras dramatizadas expresiones de placer. Al fin el follador se separó de ti con un elegante aleteo y se extrajo con cuidado el condón, que anudó por el extremo abierto. Subió flotando hacia la superficie lleno de una sustancia opaca que no era agua precisamente. Los aplausos y bravos se desataron.
 
Con el deber cumplido, y para dejarte todo el protagonismo, tu compañero se quedo hacia atrás, inmóvil y de espaldas, en una postura de estatua griega. Tú te exhibías nadando y sumergiéndote cual erótico sirenio. Por fin te plantaste con las piernas separadas y, mientras ostentosamente con una mano ibas sobándote y estrujándote las tetas, con la otra te manoseabas los bajos. Tu polla volvió a adquirir su máxima dimensión y se levantó mecida por el agua. Le diste unos frotes, pausados al principio y más enérgicos después. Estremeciéndote con gestos de gran goce, los de las primeras filas al menos pudieron apreciar cómo unas burbujitas blancas iban saliendo por la punta y ascendían hacia la superficie.
 
La pecera fue descendiendo hasta que los bordes llegaron al nivel del estrado y trepaste hasta salir fuera. Entre ovaciones y aplausos, aún mojado, te arrimaste a las barandas que contenían al personal, dejándote abrazar y tocar a su gusto. Desde luego, en entrega al público nadie te ganaba.

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